Fue en otoño del 90 (no voy a decir de q siglo) cuando lo conocí. Eramos dos creaturitas flacuchas, casi sin carne sobre los huesos, sin maldad ni encima ni debajo de la piel. La época era aún inocente tanto para nosotros como para el mundo.Salir al cine, al parq de diversiones, a perder el tiempo a la salida de la escuela, simplemente a casa de un amigo a oír música o comer torta en un cumpleaños... todo era fácil y divertido. En una semana nos pasaba un año entero de aventuras pequeñas, lokas, delirantes.
Y siempre estaba él, compartiendo algo conmigo. Y en retribución yo compartía lo suyo. Si él me veía en hockey, yo lo veía en futbol, y si él me acompañaba a un recital yo iba con él a ver una película de terror. Nos hacíamos el aguante, nos hacíamos iguales, nos hacíamos uno.
Era hermoso tener 14 años.
Era hermoso creer q esa era la adolescencia, la vida misma, la experimentación de la libertad.
Una tarde, tras una de tantas miles de cosas q hacíamos juntos, nos detuvimos. La noche era de luna llena, la vimos sin decir nada y, también sin decir nada, me besó.
Era hermoso tener 14 años, era hermoso sentir, por primera vez, ese beso. No lo hubiera esperado, pero de haberlo hecho, quizás no tendría el mismo gusto.
Era hermoso creer en q eso fuera el amor, el primer amor, en q estábamos alcanzando el fin de un camino, un punto donde llegaríamos inevitablemente.
Pero ese punto, ese lindísimo punto brillante, era solo parte de un camino mucho más largo.

1 comentario:
Me gusta como escribís, creatura. Lo q no entiendo: se supone q esto es una ficción, algo real o acaso algo genérico q podría pasarle a cualquiera?
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