martes, 24 de noviembre de 2009

Un verano

Era un verano. Era el calor, el tiempo libre, la locura de los cuerpos pidiendo q algo pasara. Algo, sin saber qué. Mi amor, otro de aquellos a quienes creí mi amor y no lo fué, o lo fué y luego el subjetivo rencor me impidió verlo así, se había ido.
Y el suyo también. Él estaba solo, como antes de conocernos. Ya no era el niño delgado y tímido, era un hombre fuerte de cuerpo y de carácter. Tan solo verlo me provocaba una sensación tal q el calor del verano parecía un témpano. Sí, a cualquier mujer... o tan solo a mí? No, no era posible.
El verano, el tiempo libre. Amigos en común siempre tuvimos, desde q nacimos practicamente. Eramos el sánguche y la gaseosa: podías tenernos por separado pero siempre existíamos en la misma mesa. Así q no faltábamos a ninguna fiesta.
De pronto en una de ellas, esas fiestas de verano donde todo ocurre, el calor de nuestro interior, de nuestra pasión contenida, se liberó en forma de una hoguera, un fuego donde quemamos las soledades de ambos.
Después de todo, nunca dijimos q no quisiéramos estar juntos. Solo q no queríamos comprometernos. "Si tu amas algo, déjalo libre" dice la canción. Somos libres y nos amamos.
No le pregunté si era su primera vez ni él a mí. No me importaba o quizás prefería tener siempre esa duda antes q una certeza. No me molestaría q no lo fuera.
Fué amor, simplemente.
Fué... y la noche terminó y al poco tiempo terminó el verano.
"Si tu amas algo, déjalo libre..."

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